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lunes, 29 de diciembre de 2025

La ansiedad que da mirar al abismo de un proyecto vacío

Son las 9:30 de la mañana y estás alegre, te sientes motivado. Sabes que estás a cargo de un nuevo proyecto de software y que toca ponerse manos a la obra. Arquitectura de software, diagramas de clase, diagramas de flujo, requisitos, tecnologías, librerías, criterios, decisiones; qué maravilla.

Organizas tu espacio de trabajo, abres todos los recursos que crees necesitar, presentaciones, requisitos, minutas de reuniones pasadas, ese repositorio público que un compañero te recomendó ojear. Pero cuando quieres darte cuenta la inexperiencia te abofetea. No tienes ni idea de por dónde empezar.

Recuerdas lo que aprendiste en la universidad, cada vídeo explicativo, cada curso y cada proyecto que hayas diseccionado anteriormente. Sin embargo, no te sirve de nada. ¿Por qué? Porque siempre encontraste esta parte pensada, diseñada, y hecha. Este paso cero, inicial, que nunca antes tuviste que hacer tú, solo.

No hay código. 
No hay estructura. 
No hay ideas claras.

En ese momento, acabas de mirar al abismo de un proyecto vacío.

Nos han vendido la idea de que empezar desde cero es liberador —“lienzo en blanco”, lo llaman— como si la ausencia de restricciones fuera algo positivo, porque sí. La realidad es otra: un proyecto vacío no solo es libertad, sino también mucha responsabilidad.

El problema no es no saber qué hacer, sino saber que puedes hacer todo... y no saber elegir. La inseguridad de poder elegir mal.

No hay nada que romper, nada que mejorar, nada que refactorizar.

No hay un remedio definitivo ni único para este tipo de situaciones, pero siempre puedes hacer algo que te ayude a avanzar y, sobre todo, dejar de sentirte hasta el cuello de barro. Más que hacer, diría algo que no hacer, y es empezar la casa por el tejado (lo siento Fito).

Comienza pensando en los aspectos más básicos del proyecto:

  • ¿Qué debe hacer mi software? 
  • ¿Para qué va a servir?
  • ¿Dónde se va a ejecutar?

Comienza a desgranarlo desde ahí y olvídate de males futuros. La mayor parte del agobio viene de no saber gestionar tantas ideas y de no saber qué decisiones son apropiadas para tu caso.

Calla a tu ego.

La pantalla en blanco que tienes delante de ti no te juzga, aunque lo parezca. No te hace sentir presión ni inseguridad. Lo estás haciendo tú. Te apresuras en tener una respuesta clara y concisa sobre cómo empezar. Quieres saber todos los detalles en la primera hora. Crees que eso es lo normal porque estás acostumbrado a verlo todo ya planteado. Eres torpe, es la primera vez que estás haciendo esto, y eso está bien.

Nadie empieza sabiendo construir un proyecto desde cero. Nadie toma buenas decisiones sin antes tomar varias malas. No busques la arquitectura perfecta, la decisión correcta o el camino óptimo.

El verdadero error no es elegir mal.
El verdadero error es no elegir nada.

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